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sábado, 31 de octubre de 2009

LE DICEN LA NARCOSATANICA

Ayer me topé con ella en una pagina Web y el morbo me movió a mirarla y leerla detenidamente… Una por una miré sus fotografías, buscando los signos de la maldad en el rostro blanco casi transparente por tantos años de no tomar el sol, o en los ojos verdosos, como de gato, grandes y almendrados. Al parecer todos mis años de tener el hobbie de leer cuestiones acerca sobre lectura de rostro china, no me han dejado ningún resultado. Incluso opino algo muy descabellado, ahora luce mejor que quince años atrás, su rostro tiene otra expresión, quizás un dejo de tristeza en la mirada, pero sus labios y tez emanan paz.

Tiene un apodo que nomás de escucharlo eriza los vellitos; es impactante sin duda, norteña, de postura firme y retadora, con 1.86 de estatura que deja por mucho el 1.78 que siempre me hizo sentir grandota. De su cuello largo irónicamente cuelga un dije con forma de llave, la del corazón de su madre y de la ansiada libertad. Me pregunto si en realidad la libertad será tan anhelada, esa libertad de entrar al Palacio de hierro y salir con otro vestido, como la chica esquelética del comercial de TV…
El cuerpo no traspasa las rejas de Oriente, pero el alma, hace mucho que se fue a pasear a otros rincones, por ratos, cuando Sara la obliga, después la regresa para que la acompañe en sus noches solitarias llenas de gente, de amigos, familiares y enemigos involuntarios. Ahí ambas, Sara y su alma, se acomodan como pueden en el colchón asignado y vuelven a vestir de beige.

Tengo la impresión de que la conozco… dos horas después de encontrarla, casi podía escuchar su voz y la de sus Mujeres de Oriente. “Ni están todos los que son, ni son todos los que están” reza un viejo adagio ampliamente conocido en las crujías. Acá afuera solo se piensa en la cárcel cuando un amigo ha orinado en la vía pública y hay que ir a sacarlo de “la borracha”, como le llaman en mi pueblo a la celda de los infractores menores. Nunca me había sentado a pensar como se tejen miles de días en el encierro, uno tras otro, como quien va dando forma a una bufanda, sin volverse loco.

Sara ha tejido ya buena parte, muchos mas de cinco mil y contando… Una mañana despertó del shock inicial y comenzó a tramar un escape sin tener que contravenir las leyes que tanto empeño habían puesto en castigarla. ¿Pero, cuál? Me la imagino ahí sentada en su celda, mirando hacia los barrotes de su ventana, con el vestido beige y el cabello largo, robándose los rayos de la luna para guardarlos y usarlos en sus horas de desesperanza… su cultura siempre ha sobresalido entre todas las demás reclusas, es una de las contadas que saben leer y tienen nivel universitario, quitando a las de “cuello blanco” que son pocas, pero existen.

A lo mejor, un día escuchó a Picasso o supo lo que dijo: “El arte es una mentira que nos acerca a la verdad” y la verdad es que ella ansía ser libre, así que les dijo adiós a sus malos recuerdos, y renació entre los barrotes. No sé hasta ese momento cual cárcel le pesó mas, si la física o la intelectual, que cercena la mente y limita lo único que nadie mas puede quitarnos, las alas del pensamiento, que siempre pueden volar a la par de los aviones que pasan a medianoche.
A veces me he preguntado ¿Por qué yo… por que aquí? En el ambiente de mis propias cárceles personales. Nada es casualidad, quizás alguien había escrito el karma que yo tenia que cargar o el que ella ha atravesado. Lo cierto es que hizo lo que debía, hacer limonada con los limones amargos del encierro que le cayeron del cielo… y de la nota roja, de la cual ella y sus amigas fueron protagonistas al menos una vez, saltó al otro ambiente, poco conocido en las penitenciarías, el de las letras, el de la pintura, el del arte en diversas formas, demostrándole al mundo que sigue siendo arte independientemente de cual sea el estudio del artista. Ahí, Sara por instantes se convierte en el alcatraz de su obra, o en la carne que le da forma de mujer al esqueleto de cabellos negros de su cuadro La noche y el día… Ahí, Sara rescata voces entre las letras de Revueltas, de Paz, de Rulfo y se las presta a sus compañeras y a ella misma, apropiándoselas, haciéndolas suyas para callar las otras voces, las que no hablan de luz ni de esperanza, las de los gritos del penal, las que dan forma a los insultos que se escuchan por doquier en el momento de la fajina.

A Sara a veces la llaman por su nombre, a veces, le dicen La Narcosatánica.

© MMIX



CREDITOS DE LA PINTURA

AUTORA:  SARA MARIA ALDRETE VILLARREAL
TIULO:      TIEMPO DE RENACER
TECNICA: OLEO SOBRE TELA
AÑO:         2004


http://saraaldrete.galeon.com/

viernes, 30 de octubre de 2009

EL SECRETO DE MAKELA



Ella se levantó temprano esa mañana. Arrastrando los pies y aún medio adormilada, se dirigió al baño. Las campanas de la iglesia cercana le indicaron la hora. Eran la 7 menos 15; algo pareció encender su motor interior. Sin poder esperar, abrió la llave de la regadera, que inmediatamente dejó caer el agua fría sobre su cuerpo desnudo que reaccionó al sorpresivo y húmedo ataque erizando uno por uno cada folículo de su piel. Afortunadamente a deshoras de la noche había preparado el atuendo que usaría durante el ansiado encuentro. El vestido beige de coctel que la hacia lucir mas delgada de lo que realmente era y unas hermosas sandalias con pedreria. Alguien llama a la puerta. Makela ciñe el cinturon azul de su bata de baño y acude a abrir. Se trata de Rocio, la niñera de sus hijos. Presurosa le da dos o tres indicaciones, y un par de segundos despues vuelve a subir a su habitacion a arreglarse correctamente.

Como si tratara de hacer inventario, Makela repasa uno por uno sus pendientes, verifica si trae zapatos "de descanso", celular, las llaves del coche y del departamento, su neceser, el traje de baño, la ropa necesaria para el fin de semana... al parecer todo estaba en orden. Con el control remoto abre la puerta de su coche. Sube a el y enfila el rumbo hacia el hotel "Villa de las Flores", el lugar donde se dará la reunión de Ex Alumnos del Colegio Católico Juana de Asbaje. No podía esperar, hacia casi quince años que no veía a sus antiguos compañeros de la preparatoria, Yoyis, su mejor amiga la cual radicaba ahora en San Diego; Marcela, la chica boba a la que habia defendido mas de una de vez del acoso de los chicos pesados del grupo y quien tiempo mas tarde le pagó el favor ayudándole a conseguir un excelente empleo en una prestigiosa empresa. Pero por sobre todas las cosas deseaba ver a Carlo, el chico moreno de grandes ojos oscuros que habia sido parte de su historia, primero como su amigo, luego como un hermano de vida, y despues... como su primer secreto.
Makela se aparcó en el estacionamiento de una de las famosas tiendas de paso que se encuentran diseminadas por las carreteras del país. Tomó un vaso de café y mientras observaba a traves de los muros de cristal su mente viajó lejos en el tiempo a los días en que finalizaba el último semestre de la educación media. Pudo verse ahi, enfundada en un traje sastre negro y batallando para anudar en su cuello la corbata que Miss Paty las había obligado a usar. Carlo se acercó a ella, entonces el lucía una melena hasta los hombros que lo hacia ver extrañamente rebelde y varonil.

-- A ver... déjame hacerlo yo, si no, no quiero ver como vas a salir en la fotografía.

El roce de las manos de él en sus mejillas le hicieron sentir por primera vez como una corriente eléctrica. El fotógrafo dió las ultimas indicaciones. Carlo se acomodó a su lado y cuando se cercioró de que nadie los miraba tomó la mano de ella entre las suyas. Makela no supo como reaccionar, y aunque su mente le decía que no era propia esa situación entre dos amigos, su cuerpo parecía no entender y asió la mano de Carlo con mas fuerza.
Ya entrada la noche, durante la pequeña reunión que se había organizado en casa de Carlo, el hizo algo que aún a estas alturas a ella le costaba trabajo entender. Ahí frente a todos los demas, medio en son de juego y medio en serio, Carlo la había besado. Realmente a nadie mas que a ella le hubo sorprendido el acontecimiento. Todos su compañeros estaban seguros de que entre esos dos habia algo mas que una simple amistad. Ese fue el primer encuentro, que en lugar de acercarlos los habia alejado al uno del otro. Después de lo sucedido, a ella le era imposible buscarlo como era su costumbre y algo habia pasado dentro de el, quien durante varios años no le hizo siquiera una llamada telefónica. El tiempo siguió su curso, y ella contrajo matrimonio con otro chico siendo apenas una jovencita. De sobra está decir que la relación se fue a la ruina en un santiamén, y que el destino, dias después de haber concretado el divorcio la puso nuevamente frente a su amigo. Ambos era entonces libres, ella, para el, era el hombro firme en que podía confiar. El, para ella, era el hermano que la sacaba de la profunda depresión en que había caido. Entre lágrimas, carcajadas y vasos de cerveza, aquel beso electrizante se hubo repetido más de una vez, hasta que llegó el día en que los primeros rayos de sol los despertaron desnudos uno en brazos del otro. Ninguno de los dos se atrevía a mirarse a la cara, hasta que Carlo rompió el silencio tenso de aquel amanecer.

-- Maky... esto no debía de haber pasado... perdóname, no se qué me pasó que no pude evitarlo. Yo... yo estoy en una relación ahora, al parecer... bueno... tu...
-- No digas nada... pasó y ya... no volvera a repetirse. Hay que dejarlo así nada mas. Yo no quiero lastimarte, y se que tú tampoco quiere lastimarme a mi. Entonces, sigamos siendo sólo amigos. Prométeme que seguiremos siendo amigos, asi, nada mas, como antes de ayer.

Aquella promesa no llegó a cumplirse. Cada que ambos estaban juntos algo sucedía entre ellos que los obligaba a alejarse de todo lo demás en el mundo, quedar solos uno frente al otro y pasar horas acariciándose en la intimidad. Entre ellos no hubo juramentos de amor eterno, ni propuestas ni planes de vida, vaya, ni siquiera una relación exclusiva, puesto que ambos conservaban la libertad de tener una pareja sin que esto afectase nunca aquellos encuentro fortuitos en los cuartos de hotel. Sin embargo, no se trataba todo aquello solo de sexo. Habia una extraña pasión compartida, una rara complicidad. Una tarde ella le dijo:

-- ¿Te acuerdas de Luis Gonzalez? el chico que conocí hace unas semanas en el bar.
-- Si -- le contesto el mientras acariciaba su pecho con los dedos
-- Bueno, pues me dijo que quiere conocerme mejor. Ya lo llevé a casa y les cayó super bien a mis dos hijitos. Queria que lo supieras, pues talvez vamos a tener que vernos mas espaciadamente.
-- Bien -- dijo el otro como si nada le importara.

Cada vez pasaban mas tiempo sin verse, de una vez por semana como era la costumbre, pasaron a una vez por mes, y a veces transcurría aún mas tiempo, y durante el tiempo que duró la relación de Makela con Luis, entre Carlo y ella nunca hubo sexo... Bueno, casi, salvo en una ocasión que tras una agria discusión con Luis por ciertos chismes, ella fue a buscar a Carlo en medio de una tormenta, y terminaron teniendo relaciones sexuales al aire libre, en el mirador y con la motocicleta de el como unica escenografia.

-- Makela -- le dijo aquel mientras besaba su espalda desnuda -- con nadie puedo sentir lo que siento contigo... te necesito; para respirar, para vivir, para trabajar... no vuelvas a dejarme...

Aquellas palabras asustaron a Makela. La relación cómoda y sin compromisos con Carlo se le escapaba ahora como agua entre los dedos. Claro que Carlo tampoco deseaba casarse con Maky y asumir una vida en común y Makela no lo habría aceptado nunca de esa manera. Ella no lo había buscado para sustituir a Luis. Así que decidió darle fin a la relación con Carlo, de una vez por todas. Una semana después Makela daba una fiesta para celebrar su compromiso matrimonial con Luis, y por supuesto, Carlo fue invitado. A la hora del brindis y delante de a amigos y familiares, Carlo levanto su copa.

-- Brindo por Makela... bueno, tambien por Luis -- las risas disimuladas de la gente resonaron por el jardín -- Te sacaste la loteria con ella amigo... es buena, trabajadora, guapa, leal... te felicito. Quizá entre todas sus virtudes sólo tiene dos defectos, es inestable y un poco cobarde. Cuídala mucho, hermano. Porque siempre habrá alguien cerca de una mujer así, que sería capaz de secuestrarla para tenerla a su lado.

Makela sintió como la sangre se le iba a los tobillos. Los asistentes se fundieron en un aplauso para aquello que consideraron un brindis inocente. Ella queria hablar con Carlo y reclamarle su poceder. No pudo hacerlo porque disimuladamente el habia salido del lugar de la fiesta y no volvió a verlo. Tras la boda, los felices novios y la nueva famila se fueron a vivir fuera del estado lo que habia terminado con cualquier contacto con el pasado. Hasta ese dia, en que nuevmente se verían frente a frente. El tiempo habia calmado las pasiones, segun Makela, ahora era una mujer de 34 años, hecha y derecha, y únicamente quería saber como habia sido el tiempo con el. Era relativamente felíz en su matrimonio. Luis no habia salido infiel, y si lo era, sabía disimularlo perfectamente, economicamente tenía una situación estable. Todo eso no esta dispuesta a perderlo.

El bar al aire libre del hotel estaba en uso. Al llegar la recibió la Yoyis, con un fuertísimo abrazo y la promesa de una sorpresa. Makela caminó entre las sillas y mesas dispuestas para la reunión, saludando uno a uno a sus excompañeros y enterándose en breve de lo acontecido en 15 años. Pasaban las horas y no encontraba a Carlo por ningún lado. Se acercó a la barra donde un hombre guapisimo la atendió sonriente:

-- ¿Algo de tomar?

Una voz extraña se adelantó a dar una respuesta

-- Un whisky en las rocas, de preferencia un Jack Daniels. Y por favor, déle aparte un vaso con agua simple bien helada para limpiar el paladar antes de comenzar a beber. No soporta el alcohol si no lo hace.

Era Carlo. Estaba a su lado y sonreía de una manera que a ella le era difícil resistir. Makela tomó su copa y en lugar de dirigirse a donde todos estaban, se escabulleron hacia el jardin del hotel.

No hubo preguntas acerca de su vida. Otra vez caminaban sin promesas. Aunque trataron de evitarlo, los besos y las caricias comenzaron a surgir entre ellos, como una pasion desbordada irresistible. Se dirigieron al cuarto de Carlo. Adentro cayeron al mismo tiempo el vestido beige y la camisa azul. Los labios de el comenzaron a recorrerla centímetro a centímetro con presicion milimétrica. Las manos de ella recorrian la espalda calida de el y los labios de ambos se buscaban ansiosos. Habian pasado 5 años desde la última vez. Cuando el sudor recorría sus cuerpos y todo hubo terminado Makela intentó hablar

-- Carlo, yo...
-- No digas nada... paso y ya... no hay necesidad de lastimarnos.

Presurosos se vistieron y salieron cada cual por su parte. En el pasillo, Makela se topó nuevamente con la Yoyis.

-- Pareces un fantasma -- le dijo su amiga -- siempre desapareciendo. Vamos al bar, tengo que decirte algo... y tambien hacerte una pregunta muy importante... ¿te acuerdas de Carlo?

Makela asintió con la cabeza

-- Quiero saber si alguna vez te acostaste con el...

Ella le dijo que no en todas las fomas conocidas. Si supieran que aún tenia en su cuerpo el estremecimiento de las horas que habian pasado juntos.

-- Amiga -- le contesto Yoyis -- gracias por quitarme ese peso de encima. El y yo nos acabamos de casar, y no podía soportar los celos. Eres tan buena, perdóname por haber dudado de ti...

(c) MMIX

SANTERIA



En la austerísima casa se encontraban Gisela y Betsy; la primera trataba de calmar el sudor frio de sus manos frotándolas constantemente entre sí. Betsy trataba de calmar los nervios de su amiga.

-- Este brujo es de los mejores del país... no me vayas a salir con que viajamos 200 km para que te rajes ahora que ya estamos aquí.

-- No ¿como crees? ya no hay vuelta atrás. El desgraciado de Mauricio me las va a pagar... Te lo dije el dia de la boda y te lo repito, me dejo en ridículo delante de media ciudad, eso no se queda así me cueste lo que me cueste.

Una voz hueca les llamó desde el interior del cuartito que hacia la veces de privado. Adentro un hombre de algunos 70 años, de raza negra, fumaba un largo habano. Gisela lo miró de arria a abajo sin poder contener el temor que su apariencia le causaba. Su cabeza estaba cubierta por una gorra blanca de algodón, al igual que sus ropas, su calzado era unas alpargatas cerradas. A su derecha un coco que semejaba un rostro humano los miraba amenazante, y un fuerte aroma a hierbas expelía el ambiente.

-- Dame tu nombre, mujer, y dime que favor vienes a pedir...
-- Me llamo Gisela... Gisela Barón Moncada... y vengo a pedir que me favorezcas ayudándome a vengarme de alguien que me hizo mucho daño.
-- Los Santos no cumplen antojos sin más... si es venganza lo que tu deseas, debes justificarla, porque los Santos jamás harían daño sin razón. Y si tú pides el mal para tu hermano, el mal puede venirse en tu contra. Tus ojos se miran apagados, con el dolor de amores de quien ya fue mujer en los brazos del hombre que la ha abandonado, pero los amores no correspondidos no siempre dan el legítimo derecho al hombre.

Gisela titubeó un instante... ¿Sería razón suficiente la que la había llevado ahí? ¿tendría que abrirse de capa con el hombre de ojos encendidos que tenia enfrente? Betsy se adelantó a su pensativa amiga.

-- Lo que pasó es que hace unos meses Gisela iba a casarse con un fulano de nombre Mauricio Detchesarry Zubizarreta, el pidió su mano, y llegó el dia de la boda. Alguien ya le había dicho a Gisela que el andaba con una mujercita pobretona, poquita cosa, que varias veces lo habian visto salir de la vecindad donde esa mugrosa renta un cuarto. Imagínese, ese día Gisela estaba ya vestida de novia en la puerta de la iglesia. La misa era a las doce de la mañana, y por supuesto el papá de ella habia llamado al periódico para que cubriera el evento. Ya casi era la hora, habian llegado todos los invitados cuando Mauricio llegó a bordo de una motocicleta, sin arreglarse siquiera. El padre se acercó y ese desgraciado sin más ni más le dijo al sacerdote que lo sentía mucho, pero que no podía casarse con Gisela porque estaba esperando un hijo con otra mujer, y que si habia permitido que las cosas llegaran tan lejos era porque su familia lo estaba presionando demasiado con la boda por los negocios que tenian en común con la familia de Gisela. Bueno, pues mi amiga fue el hazmerreir de toda la ciudad. Ahora resulta que la gata esa y Mauricio estan haciendo planes para casarse. Ayer fue doña Marita Zubizarreta, a suplicarle a Gisela que hiciera lo que pudiera para evitar esa boda con esa mujer. Por eso estamos aqui...

-- ¿Es esa la verdad? -- dijo el hombre dirigiéndose a Gisela, quien solo atinó a asentir con la cabeza -- mujer, no es el amor legítimo lo que te mueve a tener ese hombre, es el orgullo. Los Santos son poderosos, y están encima de las voluntades de los seres humanos. Dime que es en verdad lo que tu buscas.

-- Quiero que el este vuelo loco de amor por mi, que no pueda vivir si no me tiene a su lado...

-- ¿Por encima de todo?¿Aún a riesgo de que tu no logres la verdadera felicidad al lado de otro que te ame?

-- Estoy segura de lo que estoy haciendo.

-- ¿Traes contigo alguna propiedad del que voy a trabajar?


Gisela sacó un reloj de pulsera de su bolsa, que traia envuelto cuidadosamente en un pañuelo. El santero se levanto de su asiento y movió una cortina de caracoles que dividía en dos el pequeño espacio. Minutos después regresó a donde se encontraban las dos mujeres. Lentamente les brindo un cumulo de instrucciones, que terminaron en lo siguiente.

-- La primera noche de luna creciente, iras a donde está el hombre, tres veces vas a llamarlo por su nombre. Antes de eso regarás este polvo en la puerta que deberá de cruzar, teniendo cuidado de que lo pise, cuando salga, lo primero que deberas decirle es lo que está anotado en este papel.

"Eyebale Egun Aná Fe"

-- ¿Cuanto le debo?

-- No puedo manchar mis manos con tu dinero malsano. Vete, mujer... teniendo claro que si te dí los polvos es solo porque tu haz sido su mujer antes que la otra y ese hombre te ha dejado sin honra delante de los tuyos. Pero recuerda que una vez amarrado a ti, asi seguirá...

Ambas mujeres salieron con una sonrisa nerviosa en sus rostros. Se enfilaron por la carretera a bordo del lujoso vehiculo deportivo; Al llegar a casa de Gisela, lo primero que hicieron fue encender la computadora para verificar por internet cuando sería el primer dia de luna creciente. Estaban de suerte, sería esa misma noche. Betsy se aprestó a averiguar en donde encontrarian a Mauricio, quien debido al escándalo de la frustrada boda, se había ido de casa de sus padres a casa que uno de sus amigos le habia prestado. Betsy averiguo la dirección con Marita Zubizarreta, la madre de Mauricio, a quien le prometió que muy pronto las cosas volverian a tomar su curso normal.
A las doce menos cuarto, una vez habiéndose preparado de acuerdo a las instrucciones del santero, Gisela, enfundada en unos jeans y un sueter color petróleo se aparcó frente de la casa de Mauricio. Betsy la acompañaba, misma que se quedó dentro del automovil como un espectador de primera fila. Gisela se agachó y cuidadosamente tiró los polvos que el santero le habia regalado cuidando de que no le faltara un solo centimetro de la puerta.

-- ¿Ahora que hago?

-- Pues... Toca el timbre, y gritale tres veces por su nombre.

Asi lo hizo Gisela. Descalzo y en mangas de camisa, Mauricio salio a la puerta fúrico, debido al escandalo que la mujer estaba provocando.

-- ¿se puede saber que demonios quieres a estas horas?

-- "Eyebale Egun Aná Fe"

-- No te entendí ni madres... mira Gisela... lo nuestro ya se terminó, game over, ok... Déjame en paz, vete de aqui o estoy seguro que los vecinos van a llamar a la patrulla.

Gisela miró hacia el suelo. Mauricio estaba parado sobre los polvos, tal como estaba previsto. Sin articular otra palabra, se dió la vuelta y caminó hacia su automovil, cuyo motor ya estaba en marcha, dejando a Mauricio aún mas confundido que antes.

Durante un par de semanas, todo transcurrio sin novedad, dejando a Gisela y Betsy con la impresión de que la visita al santero solo sería una anécdota privada de su amistad. Hasta aquella noche en que Gisela volvió a casa, y encontró en la sala de estar a sus padres, acompañados de Mauricio y Marita Zubizarreta viuda de Detchesarry, quienes venian a pedir disculpas y a tratar de retomar el compromiso matrimonial de Mauricio y Gisela.

De mil amores Gisela aceptó, y selló con un largo beso el nuevo compromiso.

-- Claro, mi amor. Sabía que ibas a reflexionar, a pensar mejor las cosas, debemos fijar la fecha para comenzar de nuevo con los preparativos de la boda.

-- Gisela... podemos hacer algo sencillo, yo... no quiero que nos vuelva a suceder lo mismo, no quiero perderte de nuevo. Programemos la boda civil para este fin de semana, en el jardin de casa de mamá... en cuanto a la eclesiástica, pues tu sabes que mamá tiene una excelente relacion con el obispo, asi que no creo que haya problema para programarla.

Al dia siguiente y sin reparar en la nueva actitud de Mauricio, Gisela le llamó a Betsy para ir juntas de compras por el nuevo ajuar "el viejo tiene mala suerte, asi que lo mejor es tirarlo". Muy temprano acudieron al estudio de Gina Schultz, la modista, quien debido a la premura de los acontecimientos, le recomendo un sencillo pero elegantisimo vestido blanco de seda, con tocado y ramo de orquídeas naturales, que podría estar listo en dos dias, si trabajaban a marchas forzadas; Betsy, Vanessa y Karina, las damas de honor, tuvieron que resignarse a vestir atuendos "de linea", debido a que era imposible tener listos todos los vestidos para esa fecha.

-- Al fin y al cabo, cuando te cases a la iglesia mi vestido va a ser precioso... -- dijo Betsy resignada.

El ansiado dia llegó. Gisela vestida cual princesa atendia a los contados invitados a la boda, Marita, su segra, ya habia bajado de su cuarto.

-- Mauricio tuvo que salir de urgencia... un no se qué pendiente en la oficina, pero no te preocupes. El pobrecito esta tan ilusionado, duró casi dos semanas que a duras penas dormia y comia de la tristeza de no tenerte. Esta vez, pase lo que pase, Mauricio se casará contigo.

Minutos despues, un auto se aparcó en la cochera de la residencia. Gisela acudió urgida a ver si se trataba de su prometido, que efectivamente, en esos instantes bajaba del auto. Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Gisela. Mauricio estaba totalmente lleno de sangre, y en el asiento trasero de su automovil, una mujer con un avanzado estado de gestacion, que a claras vistas estaba muerta, yacia con la garganta cercenada.
Totalmente fuera de si, el hombre se dirigió a la ansiosa mujer.

-- Gisela, perdóname... no queria que vieras esto... ella es Guadalupe, la mujer por la que te habia dejado; cuando se enteró de que me casaria de todos modos contigo, me amenazo con armar un escandalo e impedir la boda. Mi amor, yo no puedo vivir sin ti... Asi que tuve que asesinarla. Esperame unos minutos, subo y en cuanto esté listo, bajo al jardín, ya despues de la boda, buscaremos que hacer con el cuerpo...

FLORES BLANCAS



En la vida de Mina no pasaba nunca nada extraordinario ni fuera de lo común. Siempre tomaba el mismo autobús, a la misma hora en la misma esquina. Siempre con el mismo café comprado en la misma farmacia. A sus 40 años parecía que habia hecho una tranquila rutina, que a su vez le servía como válvula de escape a los mil y un achaques de su madre, a las docenas de quejas de su padre y a la envidia que sentia por su hermana Santa, quien si habia logrado casarse, quien si tenía una hermosa familia, quien si habia tenido el valor de huir de la casa paterna con aquel muchacho que la pretendio durante un par de años, a pesar de las amenazas de don Anselmo, padre de ambas, quien la habia "declarado inevitablemente muerta" tras ese gesto de desafío total a su autoridad. En cambio Alicia, Mina y Manuel, los demás hermanos, jamás pudieron llevarle la contra, y aún mas... Alicia y Manuel se habian unido la iglesia, el como sacerdote y ella como monja, para beneplácito de sus padres, quienes sostenían la creencia de que si un hijo dedicado a la vida religiosa aseguraba el cielo para sus padres, con dos siervos tan humildes, seguramente tendrían ganado el paraíso...
A Mina hasta dedicarse a la vida religiosa le fue negado, ya que era necesario que permaneciera soltera y a cargo de sus padres... el único alicente que le daba sentido a su vida eran las furtivas visitas de su sobrina Amelia, la hija menor de Santa, quien la habia ayudado a conseguir un empleo de medio tiempo como asistente en una oficina de gobierno municipal. A regañadientes, Anselmo le habia permitido trabajar, puesto que debido a su edad avanzada y a la falta de alguien de confianza para manejar sus negocios, estaba a punto de la ruina económica; de ese modo Mina aseguraría una pensión que le podría permitir pasar su vejez con dignidad.

Cuando esa mañana entró a la oficina y se dispuso a comenzar a trabajar, quedó sorprendida al ver las miradas de sus dos compañeras de trabajo, quienes cuchicheaban al verla, y mas aún cuando sobre su escitorio encontró un hermoso arreglo de rosas blancas y gardenias. Silvina, su compañera, se aprestó a su lado:

-- ¡Qué guardadito te lo tenias, manita! ¿quién es el galán?
-- Si se trata de una bromita, es de muy mal gusto, Silvina... a mi no me gustan estas cosas...
-- ¿cuál broma? ¿crees que...? ay manita... estas muy equivocada. A las meritas ocho, cuando yo llegué a abrir, estaba un mensajero de la floreria aqui afuera. Me preguntó por ti, con los dos apellidos y todo, y me dijo que le fimara de recibido; ahi dentro trae una tarjeta. Haz de disculpar pero las muchachas y yo no aguantamos la curiosidad, la abrimos, no trae fima, pero por lo que dice... el hombre anda colgando de una ala atras de tus huesitos.

"MINA: NO SE COMO ACERCARME A TI, PERO QUIERO QUE SEPAS QUE TE AMO"

La mujer se quedo muda... no daba crédito a lo que sus ojos estaban viendo. Cuando era mas joven resultaba una mujer atractiva, pero ahora, a su edad, con los estragos de los años en su piel y la ropa aseñorada que solía vestir... ¿quién podría ser el pretendiente? Sus cavilaciones terminaron cuando se apareció Amanda Tovar, la jefa de la oficina, quien con la voz entrecortada por el coraje mal disimulado, puso a todas en paz.

-- A ver si se dedican a trabajar, menos plática y mas acción... Y tu Mina, toma tu lugar, que de por si ya llegaste con retraso.

En los 11 años, 4 meses y 26 dias de trabajo que tenia en ese lugar, jamás habia recibido un ramo de flores, ni en su cumpleaños, ni en navidad. De hecho era la primera vez en su vida que le regalaban flores. Ese dia el turno fue igual de largo que siempre, pero el aroma de las gardenias le hizo disfrutar su trabajo como nunca, pese a la multitud que discurria por los pasillos buscando hacer un trámite. A la salida, Silvana le preguntó

-- Mana ¿no te vas a llevar tus flores? mira, si estan bien chulas...
-- No... es que... tu sabes, los camiones... mejor las dejo aquí... además adornan bien bonito.

La realidad era que temía la reacción de Anselmo si la veia llegar con ese regalo. Pero mientras él no lo supiera, ella podria disfrutar el tratar de adivinar quien era el enamorado. Podría ser don Jaime, el de la tesorería, era viudo y alguna ocasión la quiso invitar a comer, o talvez Mario el de parques y jardines, soltero como ella y quien fuese su compañero en el colegio.
La ilusión que renace en el alma es muy sencilla de ser adivinada. Mina abandonó los trajes sastre oscuros y comenzó a portar vestidos con discretas florecitas y de colores claros. Ahora se maquillaba y siempre recibía a todos con una sonrisa. Cada lunes un mensajero de la misma floreria le dejaba el hermoso arreglo de flores blancas con mensajes de amor, y a pesar de sus numerosos intentos por descubrir al remitente interrogando al jovencito, no podía obtener datos acerca de la identidad del misterioso enamorado.
Dos meses despues del primer lunes con flores, Mina recibió ademas del arreglo un estuche con un costoso collar

"NO ES LO QUE TU MERECES, PERO SERVIRA PARA QUE LO LUZCAS ESTA NOCHE. TE ESPERO EN EL HOTEL MIRAFLORES, EN LA HABITACION 204, A LAS 8:00. POR FAVOR, NO ME DEJES ESPERANDO."

Cielos... una cita, con un desconocido y en un hotel. Horror para una señorita decente, hermana de un sacerdote y una religiosa... pero escandalosamente delicioso para alguien que jamás se habia sentido amada, ni deseada de una manera tan romántica, como salida de las telenovelas que solía ver en compañia de Dora, su mamá. Además, no tenia nada que perder. Asi que decidió inventar una mentira que le permitiera escapar un par de dias de su casa.

-- Voy a ir a Toluca a un curso... es obligatorio papá... por lo del cambio de administración de la presidencia. Sólo va a ser el fin de semana. De la oficina solo iremos Silvana y yo...

Tras escuchar el sermón de mas de una hora que le dirigió su padre, quien teminó cediendo, subió presurosa a arreglar una maleta y tomar un baño. Cuidadosamente empacó su mejor perfume, Air du temps, tomo su maleta y abordó el automovil de Silvana, quien le serviría de cómplice. En el último momento, algo la intranquilizó, ¿qué pasaría si su padre se daba cuenta? o peor, ¿si se trataba de un psicópata? Silvana la miró detenidamente, con esa mirada que parecía adivinar sus mas oscuros pensamientos.

-- Mira mana... ya estas grandecita, tienes casi 40 años, ni novio, ni marido ni nada que se le parezca. Además, tus papás, con todo respeto, ya andan dando los últimos resuellos, y te vas a quedar sola... o que ¿piensas que Amelia se va a hacer cargo de ti? Total, llega al hotel, abre el cuarto, velo... A fuerzas es uno de tus conocidos que se anda haciendo el don Juan y si fuera un loco, ya te hubiera salido en algún callejón y no se hubiera tomado dos meses mandándote florecitas. Si no te cuadra, te sales, yo voy a estar afuera del hotel quince minutos, te trepas al carro y nos vamos a algun antro a ver encuerados. Si te cuadra, pues le entregas el tesorito, te dejas querer, y chin chin, gozalo mientras dura... pero ya quita esa cara, mujer, lo peor es que te vaya a salir gordo y feo... y a nuestra edad, ya no estamos como para escojos.

Asi lo hicieron. Silvana se quedo en el automovil afuera del hotel. Ella llegó a la recepción, desde donde amablemente un bell boy la acompañó a la habitación donde ya la esperaban. Cuando vio aquella silueta en el claroscuro de las velas, no dio crédito. De todas las posibilidades que pensaba esa era la mas remota, es mas, ni siquiera llegaba a posibilidad. La voz de su acompañante intrrumpió sus pensamientos.

-- Disculpa que te haya citado aqui de esta manera, pero no sabía como tomarías esta invitación. Antes de que digas algo, quiero que sepas que desde hace años me inspiraste un amor desesperado, que tenerte cerca era una tortura por no poderte decir lo que yo estaba sintiendo. Mina, eres el amor de mi vida.

Mina se confundó aun mas, no tuvo tiempo de reaccionar cuando aquellos labios la besaron apasionadamente. Con todo cuidado las manos suaves se posaron en su cintura y empezaron a desvestirla. Sin lugar a dudas era la experiencia la que la estaba acariciando. Ella no podia contener las sensaciones que su cuerpo le estaba regalando y correspondió con la misma intensidad. Sus ojos se posaron en los de su amante, de quien le estaba enseñando por pimera vez el amor. Asi, poco a poco, las velas se fueron consumiendo dando lugar primero a la oscuridad total que era interrumpida por la respiracion acelerada, y luego a la luz del día que comenzó a colarse por la ventana, encontrandola en los brazos de quien la hizo mujer en una noche.

Esa mañana Mina no sentia arrepentimiento... Sólo no podia entender como no se habia dado cuenta de la situación, como despues de mas de once años trabajando en el mismo lugar, nunca supo que su jefa, Amanda Tovar era lesbiana, que estaba enamorada de ella, y que era quien cada lunes le mandaba esos hermosos arreglos de flores blancas que adornaban su escritorio y que la habian hecho volver a nacer.

EL CALENTADOR


Al abrir la puerta de aquella casita de interés social, lo primero que se observaba era el viejo retrato de bodas de Catalina y Braulio. Ella era una novia casi adolescente, sonriente, enfundada en un blanco vestido de raso corte imperio, con una corona de azahares y rosas artificiales; El un poco mas atrás y abrazándola tiernamente por la cintura, en aquel traje color marfíl que habia costado "una millonada". Como fondo, el retablo dorado de la Iglesia de La Purisima, la mas vieja del pueblo y de toda la Cienega, que ahora hasta patrimonio cultural de la nación habia resultado. Por el estilo de la fotografía y el peinado de la novia era fácil adivinar que la pareja habia contraído matrimonio a fines de la decada de los noventa. A un lado de esa fotografía, habian otras tantas, como en cualquier casa, todas de padres e hijos disfrutando momentos especiales, como la primera comunión de Yamilé, su hijita mayor, o el bautizo de sus hijos gemelos Fernando y Armando. La pulcritúd del hogar era evidente. Ni una mota de polvo, ni un recipiente fuera de su lugar. El piso de mosaico económico brillaba de limpio, y en cada rincón saltaban los detalles que evidenciaban la presencia de una ama de casa dedicada.
Eran las cuatro de la tarde. Catalina salía a la cochera una y otra vez, abria el barandal blanco y miraba hacia ambos lados de la calle. Nada. Gloria Maria, su vecina, se acercó a ella.

-- ¿Que te pasa, Cata? vas y vienes como desesperada.
-- Ay, amiga. Figúrate que otra vez se descompuso el boiler. Ya le hablé al plomero, pero el muy flojo no llega. Yo creo que lo tendremos que cambiar de plano ¡Y con tántos gastos como tenemos ahora!
-- Uy, pero harias bien... Es la cuarta vez en estos 15 dias que tienes que hablarle al plomero. Si te hubieras ahorrado lo que le pagas por cada venida, ya tuvieras para cambiarlo por uno nuevo y hasta automático.

Cata sonrió levemente por la ocurrencia, justo en ese momento, una camioneta pick up azul daba vuelta a la calle, conducida por un joven de algunos 25 años, moreno, de cuerpo atlético, que al ver a la joven señora parada en la puerta de la casa, se dirigió a ella.

-- Déjeme me estaciono... y luego lueguito bajo a revisar.
-- Mira... Ya llegó... a ver si ahora si trabaja como se debe y no hace cochinadas.

La pareja entró a la casa apresuradamente; Catalina cerró la puerta tras ellos y acto seguido tambien las persianas. De inmediato, se abalanzó a abrazos y besos sobre el joven, quien la levantó del suelo, y cargando la llevó hasta la cama de su domitorio.

-- Pérate... ¿Dónde están los niños?
-- Se fueron al cine con mi hermana Lily, hoy se van a quedar a domir en su casa...
-- ¿Y tu marido?
-- Braulio no llega sino hasta pasadas las 8:00, tenemos tiempo suficiente...
-- Es que... no me siento a gusto haciéndolo aqui... mejor vamonos a un motel...
-- ¿Para qué? lo que podemos hacer allá lo podemos hacer aquí y gratis...

Los amantes se tendieron semidesnudos ambos sobre la cama. El cuerpo de Catalina fué invadido por la adrenalina de pensar en la posibilidad de ser descubierta siendo infiel sobe el lecho conyugal. Marcos, "el plomero" solía hacerla disfrutar del sexo de una manera magistral. Era tan varonil... sus manos un poco callosas por el trabajo duro eran tan distintas a las de Braulio, un pasivo oficinista. Ni siquiera cuando estaban recién casados la había hecho sentir tan mujer como el. Ahora, a sus 30 años tenia una perspectiva un tanto distinta de la vida. Consideraba que el hecho de haber llegado vírgen al marimonio no había sido sino una pérdida de tiempo. Braulio habia sido el primer hombre en su vida, pero no el único...
Seis años atrás, cuando sólo tenían a Yamilé, ella habia comenzado a ser abandonada en la intimidad por su esposo. Su temperamento pasional, la orillaba a acosarlo y prácticamente obligarlo a tener relaciones sexuales. Las discusiones por este motivo eran frecuentes, hasta que aquella tarde Braulio la habia llevado al consultorio del doctor Sierra, quien tenía algo importante que decirles.

-- Los cité aquí porque es necesario que ambos esten concientes de lo que está sucediendo. El problema de disfunción eréctil de Braulio es irreversible. El daño de las arterias, el músculo liso y el tejido fibroso, es a menudo como resultado de una enfermedad. Las enfermedades, en especial diabetes, causan aproximadamente el 70 por ciento de los casos de impotencia. Entre 35 y 50 por ciento de los varones con diabetes experimentan impotencia. Tú Braulio, has sido diabético desde tu infancia... asi que no es de sorprenderse que todavia no rebases los 35 años y presentes este problema. Quizá sea posible que eventualmente puedas tener actividad sexual, pero no puedo asegurarte nada. Catalina, eres una excelente mujer, los conozco a ambos desde que eran niños, asi que creo que estas en tu derecho de saberlo. Pero tambien estoy conciente de que lo amas, y que vas a apoyarlo.

El diagnóstico del doctor Sierra estuvo a punto de sepultar el matrimonio de la pareja. Catalina puso en la balanza la situación. Tenia una vida si no llena de lujos, si con ciertas comodidades. Braulio era un padre ejemplar y un buen marido, no iba a abandonarlo. Ademas, aún existia la posibilidad de que pudieran tener intimidad. Ambos acordaron tomar unas vacaciones por separado, el espacio de tiempo que no tuvieran juntos sería un excelente periodo de reflexión. La niña quedó al cuidado de la suegra de Cata, él partió a Queretaro y ella a Puerto Vallarta en compañia de su amiga Elisa.
Una noche ambas salieron a bailar. Catalina enfundada en un ligero vestido blanco se veía sensual; sus 24 años desbordaban frescura. En el Christine habia conocido a Shawn Sanders, un springbreaker de 25 años. Las margaritas hicieron efecto en la pareja, quienes esa noche terminaron haciendo el amor sobre la arena de la playa. El resto de las vacaciones lo pasaron juntos; Elisa se habia desaparecido con un holandés la noche en que Shawn y Catalina se habian conocido y la volvió a ver hasta que una semana después volvió al hotel para verse con su amiga y regresar a Ocotlán.
Tremendo susto pasó la chica una semana después, cuando su esperado periodo menstrual no llegó. Una prueba Predictor confimó ese mismo dia sus sospechas. Estaba embarazada, y, por supuesto, no era de Braulio, quien no la habia tocado desde hacia mas de 3 meses. Para ese momento sólo tenía por mucho un par de semanas de gestación, así que no sería dificil hacer pasar al bebé como hijo de su marido... si lograba seducirlo.
Un negligé rojo, una pastilla azul y una botella de tequila hicieron el trabajo. Para su buena suerte el pobre Braulio estaba tan borracho que ni siquiera estaba seguro de haber tenido sexo con su mujer o no... Muchas semanas después, Catalina dio a luz unos gemelos... rubios, ojiazules y de cráneo caucásico. Bueno, pero podría recurrir al cuento de la genética, pues su abuelo, nativo de Jalostotitlán, tenia algunas de esas caraterísticas que podrian hacer creíble su historia ante todos, menos ante Elisa, claro, quien le guardaria celosamente el secreto a cambio de que ella no revelara el suyo sobre el romance con el europeo.

A este evento se siguieron muchos otros enamoramientos eventuales. Un romance con Leandro Favela, instructor del gym al que iba, otro con Patricio Sosa, ex compañero de trabajo de Braulio, noches apasionadas con Martín León, el mecánico del taller donde regularmente llevaba su coche, y unos cuantos mas con Fernando, Adrian y Humberto, de quienes no recordaba el apellido, pues los habia conocido en cafeterias y antros fuera de la ciudad a los que iba en plan de ligue. Claro que ninguna de estas infidelidades habia sido significativa para ella. Fuera de su deslealtad dentro de la cama, había un gran aprecio que la unía a su marido. Asi que nunca permitió que estas situaciones tomaran algo de seriedad. Durante esos últimos seis años la habia pasado mejor que antes. Su marido trataba de compensarla, llevandola a buenos restaurantes, comprandole ropa y regalos, y los mejores aparatos electrónicos para su casa. Sus hijos estudiaban en un buen colegio... y sus aventuras la hacian sentir completa.

Marcos se levantó de la cama, donde Catalina yacia medio adormilada, cubierta unicamente por la sabana blanquísima. Tomo su camisa cuadrada y al intentar acercarse a ella nuevamente, ésta volteó la cara hacia la pared.

-- ¿Me llamarás despues?

Catalina no contestó. Claro que no iba a llamarlo, sus constantes visitas ya estaban levantando sospechas en Gloria, su vecina, y no podia darse el lujo de terminar con su impecable imagen tirada por el suelo. Sin palabras el pareció comprenderlo todo. Salió de la casa haciendo el menor ruido posible. Ella se levantó al escuchar arrancar el motor de la camioneta. Se dirigió al baño, a ducharse. Tenía todavía una hora antes de que llegara su marido. No iba a esperar que el agua de la ducha se calentara, pero se dirigió a abrir la perilla del tanque de gas que alimentaba el calentador de agua. Así cuando Braulio llegara, lo encontraría funcionando perfectamente, y por supuesto, esa tarde terminarían las descomposturas... al menos, las del calentador.
Para cuando su esposo llegó, la cena ya estaba servida en la mesa. El hombre besó amorosamente a su mujercita y la cuestionó

-- Oye cariño, ¿Vino el plomero a arreglar el boiler?
-- Si, aquí estuvo... le tomó mucho rato, pero lo dejó funcionando perfectamente... tenía tapado no se qué... Vieras, pobrecito, estaba tan apenado que ni me cobró... y mejor... oye mi amor, por cierto... mi coche anda tirando aceite otra vez, no quiero que se vaya a desbielar. El lunes voy a ir a llevarlo al taller...
-- Gastos y mas gastos... oye preciosa, ¿puedes ir ahorita a llevarle este dinero a mi mamá? yo estoy cansadísimo, y ya sabes como es... se agarra en la platica y no me va a dejar venir antes de la media noche.

La trivial conversación entre la pareja duro unos minutos mas. La casa de su suegra estaba un poco lejos, asi que Catalina se aprestó a marcharse. Cuando el giro de la chapa del barandal le avisó a Braulio que se había marchado, el se dirigió rapidamente a la habitación y conectó la cámara de video a la pantalla de televisión. Las imagenes de la tarde que su mujer habia pasado con el plomero desfilaron ante sus ojos. Lejos de causarle coraje o decepción, el placer de su pareja le provocaba un morboso placer mental, ya que físcamente era incapaz de conseguirlo. El tenía mucho tiempo sabiendo de las infidelidades de Catalina. Una tarde de tantas, la había seguido a una de sus acostumbradas salidas. Fue testigo de los coqueteos de ella, de como había conseguido la compañia de un extraño, de como ambos abordaron un automóvil y se dirigieron al Auto hotel Oasis...

Ese día sus sentimientos estaban revueltos, por una parte, queria matarla, acabar con ella y con su infidelidad de la cual ya sospechaba. Por otro lado, Catalina era la esposa perfecta, hermosa, buena madre, bien administrada, limpia y amable. No era justo que ella sufriera, condenada a un matrimonio donde el sexo brillaría por su ausencia. Pero tampoco quería ser abandonado. Asi que desde entonces, una cámara de video era el mudo testigo de lo que sucedía durante su ausencia. Ella era feliz con su mentira... y el había aprendido a vivir con su verdad y con las docenas de grabaciones que guardaba celosamente bajo llave en el cajon del buró.

SUEÑO DE MILAGROS


Cuando nací mamá decidió llamarme Milagros. Doce horas en el trabajo de parto mas difícil que nunca hubo tenido son la respuesta a la elección. Cuando era más pequeña, solía contarme mientras me peinaba las dos acostumbradas trenzas que mi piel era muy blanca, casi transparente, que parecía una muñeca por mi tamaño pequeñito. A mi papá no lo recuerdo. Poco después de mi nacimiento se fue de la casa, llevándose consigo a mi hermano Irving. A veces entre sueños escucho una voz de hombre hablando muy fuerte, diciéndole a madre que no quería continuar en el infierno. Cuando cierro los ojos, todavía puedo ver las lágrimas en los ojos cafés de mamá. Ella solía abrazarme muy fuerte, cuando en las noches gritaba asustada. Cuando papá se fue, mi mamita tuvo que regresar a trabajar. Por supuesto se negaba a mandarme a la guardería, por temor a que me lastimaran. Ambas estábamos tan solas. Fue cuando Maria de Jesús, nana María, entró a la casa, con aquella blusa de grandes flores rojas, su cabello tejido alrededor de la cabeza, y acompañada por sus tres hijitos que con los años se volvieron mis... ¿hermanos?... no lo sé, la vida nunca me dio uno con quien crecer, pero creo que tenerlo debe sentirse muy parecido a lo que yo siento por ellos.

Todas las mañanas, nana María entraba en mi cuarto con sus pasos pesados. Abría la puerta y las ventanas, y con su voz estridente me sacaba de entre los sueños...

-- Ya despierta, Mili... que tenemos muchas cosas que hacer. Vamos a ir al mercado a comprar la fruta y luego tengo que llevarte al parque. Además acuérdate que hoy entraron otra vez Felipe, Gil y Mateo a la escuela. Así que me vas a tener que acompañar a recogerlos. Cuando lleguemos de hacer todo eso, tengo que ponerte bien chula porque tu mami va a llevarte a con un nuevo maestro que le recomendaron. Uy, dicen que este enseña muchas cosas, y a mi ya me urge que aprendas a leer y hacer cuentas, ya ves que luego los marchantes se quieren pasar de vivos conmigo a la hora de pagarles... pero cuando tu aprendas, no me van a volver a ver la cara... andando que la tina ya esta lista.

Casi todos los días era la misma rutina. El baño estaba listo siempre a las 10 de la mañana. Cuidadosamente nana Maria me lavaba el cabello y luego ponía la esponja entre mis manos.

-- A ver, chamaca de porra, lávese bien el cuerpo... ya está grandecita y no necesita que yo la talle como si fuera un bebé... Acuérdese de tallar bien atrás de las orejas.

Luego me llevaba al comedor, donde en la mesa ya estaba dispuesto un plato de fruta, un vaso de jugo, un vaso de leche, y las vitaminas malolientes que me revolvían el estomago. Al principio no podía ni siquiera tragarlas, pero aquella mujer siempre me regalaba un dulce de leche si me las tomaba sin protestar.

Odiaba acompañarla a recoger a los chicos a la escuela. Siempre había tanta gente arremolinada en la puerta que me daba miedo perderme. Como esa tarde los muchachos tardaron en salir, nana María y yo entramos a buscarlos. Encontramos a Felipe y Mateo con la ropa sucia y rota, sentados afuera de la dirección. Gilberto estaba adentro con la maestra Susy.

-- Sus hijos hoy tuvieron un comportamiento muy primitivo. Se liaron a golpes con otros niños de su salón. Por fortuna, los separaron antes de que continuara el pleito. Temo que debo suspenderlos una semana.

Nana María miró a sus hijos con los ojos furiosos que ponía cuando estaba molesta. Por más que insistió, no pudo sacarles el motivo de aquel pleito, hasta que íbamos de camino a casa y Felipe decidió interrumpir el regaño.

-- Es que Pedro empezó a decir cosas bien feas de Mili... Dijo que estaba mensa y que por eso no la querían en la escuela... yo me lo estaba sonando, pero luego se metieron sus amigos. Entonces Mateo y Gil se metieron también al pleito, para defenderme de los que me estaban montoneando.

A nana María se le rasaron sus ojos grandotes y profundos. Con la voz apretada le dijo a sus chiquillos...

-- Si fue así... que bueno que te sonaste a ese mocoso malcriado... habráse visto semejante cosa... menso el y la mas vieja de su casa... deja que vea a su papá y voy a ponerlo en su lugar, pa´ que aprenda a educar a sus hijos... si mi Mili es tan bonita como una florecita; ya quisiera ese viejo panzón que alguno de sus hijos fuera tan amoroso como ella... y a ustedes los voy a llevar a la feria... vámonos pa´ la casa a remendar esos uniformes.
¿Por qué diría el tal Pedro que yo estaba mensa, si ni siquiera me conocía? además, mensa es una palabra fea que nana María no nos dejaba repetir. Mi mami no me mandó a esa escuela porque no tiene juegos como la otra a donde me llevaba. Además ahí no tengo amigos... bueno, en la otra nomás tengo uno, pero me quiere muchísimo...

Con el tiempo aprendí a leer y hacer cuentas. Mi mami me compró una calculadora de números grandotes, y cuando nana María y yo vamos al mercado me permite llevármela. Así yo apunto lo que vamos comprando, y cuando es hora de pagar, nana María ya sabe cuanto tiene que darles. Hoy es mi cumpleaños... Nana me va a hacer un pastel de naranja. Fuimos a la panadería de Don Fermín, y me dejó escoger las velas para el pastel. Escogí un numero dos y un numero cero, con florecitas color de rosa, porque dos y cero juntos dicen veinte, y veinte son los años que cumplo hoy... Mamita me compró un vestido de muchacha grande, como el que se puso cuando terminó la escuela. Me siento triste porque Felipe y Mateo no pudieron venir a mi cumpleaños, es que Guadalajara queda muy lejos y tienen clases en la normal. Pero Gil me paseó en su moto de regalo y me compró unos globos de gas para adornar mi cuarto. Mi mami siempre se pone triste en mi cumpleaños. Creo que a ella nunca le hicieron una fiesta tan bonita. Además hoy va a venir a la fiesta mi maestra Lula, mi amigo Paulo y... el maestro Danny.

El maestro Danny es un muy guapo. Tiene el pelo del color de la miel y los ojos del color del cielo. Sabe manejar y todos los días llega en su carro a la escuela. Luego se pone el uniforme blanco y entra al salón de rehabilitación a enseñarnos terapia del lenguaje. Eso es cuando a uno lo enseñan a pronunciar la r de ferrocarril y la g de gato y girasol, que son distintas. A mi me gusta su clase. Cuando es martes y viernes, me levanto mas temprano y nana Maria me peina una cola de caballo y me pone brillo en el pelo y los labios. Además mamita me compró un perfume y me lo pongo antes de ir a la escuela. Un día el maestro Danny se me acercó y me dijo:
-- Mili, hoy vienes muy bonita... qué rico huele tu perfume... si te sigues arreglando así, todos van a enamorarse de ti y nada más van a venir a verte.

Se lo que es estar enamorado. Una vez vi una pelicula, donde el muchacho estaba enamorado y se casaba con la muchacha bonita... después de salir de la iglesia tenian un bebé y eran muy felices. Como yo soy bonita alguien va a enamorarse de mí y querrá casarse. Pero no quiero tener un bebé. Lloran por todo. Por eso mi mami no quiso mas bebés. Yo quiero casarme con el maestro Danny. Sabe muchas cosas, a lo mejor me enseñaría a manejar un auto y saldríamos en la noche. Entonces se lo dije a mi mamá, pero creo que no le agrada que yo me case. Puso una cara bien fea y me mandó a dormir a mi cuarto. Pero la conozco, entonces me escondí atrás de la puerta de la cocina, y la escuche hablar con nana María.

-- No llores, Mónica... que la niña puede escucharte y no es bueno para ella. Creo que es tiempo de que tomes una decisión sobre lo que te sugirió el doctor Alponte.

-- ¡Tenía tanto miedo de este día! es una niña...

-- No Mónica... Milagros no es una niña, físicamente es una mujer adulta, solo tiene síndrome de Down. Mónica... hemos estado juntas desde hace veinte años... aquí he trabajado todos los días, quiero a Mili como si fuera mi propia hija... pero esta desición solo tu la puedes tomar. Debes esterilizar a Mili... Tú sabes lo que nos dijo el doctor. El síndrome de Down no afecta en muchos casos la capacidad reproductiva. Mili puede tener un bebé... pero no es lo más sano. Tarde o temprano tu y yo tendremos que morir, ella es una chica fuerte y saludable, por fortuna, y no se quedaría sola; tu sabes que mis hijos la adoran y verían por ella... pero no se que pasaría si por algún motivo ella se quedara embarazada de alguien, tu sabes que sus posibilidades de dar a luz un hijo con el mismo problema son muy altas...

-- No, Maria de Jesús... no me digas eso... ambas hemos cuidado de Mili muy bien, no tiene porque sucederle nada...

Nana María siempre tiene razón en lo que dice. Tengo que decirle al doctor que no quiero un bebé. Ni siquiera se bien que pasó el día que nana se fue de la ciudad a visitar su pueblo, junto con sus hijos... Mamita tenia que trabajar, me dejo sola en la casa... Entonces llegó Julio, el amigo de Gil a buscarlo. Me dijo que era muy bonita, y me dio un beso. Yo al principio sentía bien bonito, pero luego empezó a lastimarme mucho... empezó a salirme sangre, creo que porque llegó mi periodo. Cuando el se fue tuve mucho miedo, me metí a bañar a la tina y se me quitó el dolor. No quise contarle nada a mamita, tenia miedo de que Julio la lastimara también. Pero nana María si lo supo. No se como, pero un día mientras me llevó a bañar, me preguntó muchas cosas, que si tenia novio, que si alguien me había besado... yo le dije que si, le conté que Julio me besó y me hizo daño. Nana salió como loca a buscar a mamá. Me llevaron con el doctor Alponte.

-- Señoras... yo les tengo que dar una mala noticia. El embarazo de Mili está muy avanzado. Realizar un aborto a estas alturas es poco viable. Tiene casi 20 semanas de gestación. ¿Cómo es posible que apenas se haya enterado del abuso que sufrió su hija?

El doctor me dijo que yo iba a tener un bebé. Empecé a llorar. Le dije que los bebés lloran por todo, no hablan, ni pueden comer solos. Le dije que yo no quería uno. Ahora tengo mucho miedo... Estoy a punto de entrar a la sala de operaciones. El bebé que tengo en mi pancita debe salir y el doctor lo va a ayudar. Mamita dice que todo estará bien, que va a estar adentro conmigo para darme la mano. Estoy enojada con Nana María. Cuando el doctor Alponte le dijo que es una niña, nana empezó a coser todos los días ropita para ella y ya no hace nada para mí. Por lo menos cuando la saquen no me va a volver a patear mi pancita, voy a volver a ponerme mi ropa de antes, y me volveré a peinar para ir a la escuela, a la clase del maestro Danny, con el que me quiero casar, porque sabe muchísimas cosas.

EL CATECISMO SEGÚN BALTAZAR


Buenos días siñor cura Padre Chiquito… con su venia… aquí me tiene, porque no haiga que hubiera yo di faltar a la misa di ocho, ni Dios lo permita, que aluego, como todo lo ve, no si vaya a asomar y darse cuenta de que no vine a decile sus rezos, figúrese nomás lo que pensaría si aluego le pido un milagrito, capaz que ni me lo hace…

Pos déjeme preguntarle algo, orita que andaba yo con muncha atención oyéndole el sermón que hizo usté el favor de recomendarnos, pos me quede con munchas cosas, dándole vueltas al celebro, que di por si bruto, capaz qui ora si se me deseca la cabeza nomás por no preguntar.

Usté en dende que llegó al pueblo si ha hecho muncho la lucha porque vaigamos a la iglesia, ya ve, pos como yo y mi familia, en este pueblo habemos munchos que nomás nos pusimos sazones y los mayores nos avientaron al monte, a ganarnos la vida tal como debía de ser. Yo ni siquera sabia que esistia ese tal Dios qui usté hizo favor de presentarme, y muncho menos que yo le debiera tanto puño de cosas, que si la tierra, que si las vacas, que si mi perro, que si mi vieja… ni que decir del pecado, ¿sabe? Yo no conocía el pecado hasta que usté fue a mi casa. Di ora que me platicó de Adán y Eva, viera como me anduve picoteando las costillas, pa saber cual es la que me haci falta, no me vaya yo a golpear y a malograrme una tripa. Hasta que jarté a mi vieja.

Aluego en esotro sermón, me mandó usté con retiharta preocupación a mi casa, porque me di cuenta que todos mis hijos son ateos, sobri todo los mas chiquillos; Tonces buscamos yo y mi mujer como poner arreglo, y mandamos hacer unos escapularios grandotes, que les cubran todo el pecho pa que no si les meta el diablo hasta qui aprendan a hablar. Ora nomás el problema es que cuando Chona les da el pecho a Judas Tadeo y Juan de Dios, aluego les queda el escapulario todo manchado de leche de seno.

Dispues de eso, siñor cura, quero esplicarle lo dil otro día que su sacristán mi sacó de la iglesia enjustamente. Usté sabe qui en diario vengo yo a rezar a la capilla cuando vuelvo de la refriega, por ques l´ora en que hay menos creyentes y el Señor puede ponerme más atención. Pos tenga qui en mal´ora si vino a morir mi comadre Matilde, y en su direcho sus hijos vinieron a esigir la misa dil cuerpo presente. El día dil sepelio yo me vine a su misa, y a pedirle a Nuestro Señor que la tomara de su mano. Al otro día, todavía no sonaban las 6 y ya estaban las viejas chismosas en el rosario de novena. Así en dende varios días seguidos, y uno que viene a la capilla trasijado por la mortificación, nomás viene a oír “ruega por ella, ruega por ella”. El día después del fin de novenario, pase cuando volví de la labor, y mi encuentro otra vez a Rosita Lozano y a Lupe la de Miguel ya ricebiendo a las vecinas, porque estas, con su perdón señor cura, méndigas viejas, se ocuparon de deciles a las otras que como mi comadre Matilde era muy estimada, había que rezarle la Corona de la Misericordia para su eterno descanso, seguido por el triduo de las misas. ¡Cómo mi iba a esperar yo 36 días para que éstas disocuparan la capilla y me dejaran pedir por la salud de mis marranos! En ese tiempo, dígame si no, si mi alcanzan a morir, y estas distrayéndome al Señor Dios y al Santo Patrón San Lucas… Pos me hicieron enojar y fue cuando armaron su escandalera, quesque porque les falti al respeto. Lo mesmo que la armó mi mujer, porque l´otro día llegó a la casa con un bulto de Santiago Apostol, quesque porque es muy milagroso, y yo la mande a regalarlo… figúrese, ¡donde San Lucas se dé cuenta de que andamos rezándole a la competencia! ¡no nos vaya a castigar!

Como verá ya casi todo el catecesmo lo traigo bien prendidito. Lo que todavía no sé es como hacerle con eso di las obras de la misericordia… de las que dice usté que se llaman cuerperales ´stan claritas: si llega un disnudo, visto al disnudo, si llega un hambriento, le doy di comer; pero si llega disnudo y hambriento ¿Qué hago primero para no cair en el pecado?

Las esperituales son las ques mas trabajo entender… Ora resulta que tengo que sufrir con pacencia los defetos del próximo… pero si mi vieja fuera su próximo, ya viría lo deficil ques aguantarla sin darle sus catorrazos. Tambien dice la catecesta qui hay que enseñar al que no sabe… pues obre Dios, si aquí en el pueblo todos estamos igual de tapados, dende que cirraron la escuela porque quisieron linchar al Profesor por poner en duda la aparición de la Guadalupana en el comal de Hermila la de Tacho; di por si ya condenado al infierno, por poco si lo lleva el diablo mas di pronto.

Con su venia, señor cura, ya no le quito mas el tiempo… ah, perdón que me degüelva… quería saber si puede hacerme confesión… pues sin pecado concebido, ahí voy por la asolución. Acúseme de que el otro día salió la Juana de casa del panadero, a las 4 de la mañana. Fue el día que la esposa d´el se quedó con su mamá para salir de su cuidado. También de que mi amigo Cheto se robó la crucecita de oro de su mujer con todo y cadena y se la empeñó al cantinero. Ah, y no se me vaya a olvidar… Acúseme de que mi mujer se levantó de malas ora en la mañana y me mandó sin itacate a la labor… pero no ponga esa cara Padre que mi hace sentir mas pecador de lo que ya mi siento.

Dende que me dijo que los pecados eran del pensamiento, palabra, obra y omisión, pos al principio no entendí, pero aluego le dije a Don Narciso que me los esplicara, y me dijo que era pecado lo malo que pensaba, decía, hacía o me callaba… y que si no prestaba confesión estaba en riesgo de condenarme. Y por mas vueltas que le di a la cabeza, pos no encontraba un pecado pa venir a confesar… Tonces, como lo que quero es salvarme del juego de los infiernos, me pusi a buscar algunos en los pecados ajenos, pa venir a confesarlos, que al cabo de segurito ellos tienen mas, y uno que les quite yo para salvación de mi alma, no crio que les haga falta.

(C) MMIX