viernes, 30 de octubre de 2009

EL SECRETO DE MAKELA



Ella se levantó temprano esa mañana. Arrastrando los pies y aún medio adormilada, se dirigió al baño. Las campanas de la iglesia cercana le indicaron la hora. Eran la 7 menos 15; algo pareció encender su motor interior. Sin poder esperar, abrió la llave de la regadera, que inmediatamente dejó caer el agua fría sobre su cuerpo desnudo que reaccionó al sorpresivo y húmedo ataque erizando uno por uno cada folículo de su piel. Afortunadamente a deshoras de la noche había preparado el atuendo que usaría durante el ansiado encuentro. El vestido beige de coctel que la hacia lucir mas delgada de lo que realmente era y unas hermosas sandalias con pedreria. Alguien llama a la puerta. Makela ciñe el cinturon azul de su bata de baño y acude a abrir. Se trata de Rocio, la niñera de sus hijos. Presurosa le da dos o tres indicaciones, y un par de segundos despues vuelve a subir a su habitacion a arreglarse correctamente.

Como si tratara de hacer inventario, Makela repasa uno por uno sus pendientes, verifica si trae zapatos "de descanso", celular, las llaves del coche y del departamento, su neceser, el traje de baño, la ropa necesaria para el fin de semana... al parecer todo estaba en orden. Con el control remoto abre la puerta de su coche. Sube a el y enfila el rumbo hacia el hotel "Villa de las Flores", el lugar donde se dará la reunión de Ex Alumnos del Colegio Católico Juana de Asbaje. No podía esperar, hacia casi quince años que no veía a sus antiguos compañeros de la preparatoria, Yoyis, su mejor amiga la cual radicaba ahora en San Diego; Marcela, la chica boba a la que habia defendido mas de una de vez del acoso de los chicos pesados del grupo y quien tiempo mas tarde le pagó el favor ayudándole a conseguir un excelente empleo en una prestigiosa empresa. Pero por sobre todas las cosas deseaba ver a Carlo, el chico moreno de grandes ojos oscuros que habia sido parte de su historia, primero como su amigo, luego como un hermano de vida, y despues... como su primer secreto.
Makela se aparcó en el estacionamiento de una de las famosas tiendas de paso que se encuentran diseminadas por las carreteras del país. Tomó un vaso de café y mientras observaba a traves de los muros de cristal su mente viajó lejos en el tiempo a los días en que finalizaba el último semestre de la educación media. Pudo verse ahi, enfundada en un traje sastre negro y batallando para anudar en su cuello la corbata que Miss Paty las había obligado a usar. Carlo se acercó a ella, entonces el lucía una melena hasta los hombros que lo hacia ver extrañamente rebelde y varonil.

-- A ver... déjame hacerlo yo, si no, no quiero ver como vas a salir en la fotografía.

El roce de las manos de él en sus mejillas le hicieron sentir por primera vez como una corriente eléctrica. El fotógrafo dió las ultimas indicaciones. Carlo se acomodó a su lado y cuando se cercioró de que nadie los miraba tomó la mano de ella entre las suyas. Makela no supo como reaccionar, y aunque su mente le decía que no era propia esa situación entre dos amigos, su cuerpo parecía no entender y asió la mano de Carlo con mas fuerza.
Ya entrada la noche, durante la pequeña reunión que se había organizado en casa de Carlo, el hizo algo que aún a estas alturas a ella le costaba trabajo entender. Ahí frente a todos los demas, medio en son de juego y medio en serio, Carlo la había besado. Realmente a nadie mas que a ella le hubo sorprendido el acontecimiento. Todos su compañeros estaban seguros de que entre esos dos habia algo mas que una simple amistad. Ese fue el primer encuentro, que en lugar de acercarlos los habia alejado al uno del otro. Después de lo sucedido, a ella le era imposible buscarlo como era su costumbre y algo habia pasado dentro de el, quien durante varios años no le hizo siquiera una llamada telefónica. El tiempo siguió su curso, y ella contrajo matrimonio con otro chico siendo apenas una jovencita. De sobra está decir que la relación se fue a la ruina en un santiamén, y que el destino, dias después de haber concretado el divorcio la puso nuevamente frente a su amigo. Ambos era entonces libres, ella, para el, era el hombro firme en que podía confiar. El, para ella, era el hermano que la sacaba de la profunda depresión en que había caido. Entre lágrimas, carcajadas y vasos de cerveza, aquel beso electrizante se hubo repetido más de una vez, hasta que llegó el día en que los primeros rayos de sol los despertaron desnudos uno en brazos del otro. Ninguno de los dos se atrevía a mirarse a la cara, hasta que Carlo rompió el silencio tenso de aquel amanecer.

-- Maky... esto no debía de haber pasado... perdóname, no se qué me pasó que no pude evitarlo. Yo... yo estoy en una relación ahora, al parecer... bueno... tu...
-- No digas nada... pasó y ya... no volvera a repetirse. Hay que dejarlo así nada mas. Yo no quiero lastimarte, y se que tú tampoco quiere lastimarme a mi. Entonces, sigamos siendo sólo amigos. Prométeme que seguiremos siendo amigos, asi, nada mas, como antes de ayer.

Aquella promesa no llegó a cumplirse. Cada que ambos estaban juntos algo sucedía entre ellos que los obligaba a alejarse de todo lo demás en el mundo, quedar solos uno frente al otro y pasar horas acariciándose en la intimidad. Entre ellos no hubo juramentos de amor eterno, ni propuestas ni planes de vida, vaya, ni siquiera una relación exclusiva, puesto que ambos conservaban la libertad de tener una pareja sin que esto afectase nunca aquellos encuentro fortuitos en los cuartos de hotel. Sin embargo, no se trataba todo aquello solo de sexo. Habia una extraña pasión compartida, una rara complicidad. Una tarde ella le dijo:

-- ¿Te acuerdas de Luis Gonzalez? el chico que conocí hace unas semanas en el bar.
-- Si -- le contesto el mientras acariciaba su pecho con los dedos
-- Bueno, pues me dijo que quiere conocerme mejor. Ya lo llevé a casa y les cayó super bien a mis dos hijitos. Queria que lo supieras, pues talvez vamos a tener que vernos mas espaciadamente.
-- Bien -- dijo el otro como si nada le importara.

Cada vez pasaban mas tiempo sin verse, de una vez por semana como era la costumbre, pasaron a una vez por mes, y a veces transcurría aún mas tiempo, y durante el tiempo que duró la relación de Makela con Luis, entre Carlo y ella nunca hubo sexo... Bueno, casi, salvo en una ocasión que tras una agria discusión con Luis por ciertos chismes, ella fue a buscar a Carlo en medio de una tormenta, y terminaron teniendo relaciones sexuales al aire libre, en el mirador y con la motocicleta de el como unica escenografia.

-- Makela -- le dijo aquel mientras besaba su espalda desnuda -- con nadie puedo sentir lo que siento contigo... te necesito; para respirar, para vivir, para trabajar... no vuelvas a dejarme...

Aquellas palabras asustaron a Makela. La relación cómoda y sin compromisos con Carlo se le escapaba ahora como agua entre los dedos. Claro que Carlo tampoco deseaba casarse con Maky y asumir una vida en común y Makela no lo habría aceptado nunca de esa manera. Ella no lo había buscado para sustituir a Luis. Así que decidió darle fin a la relación con Carlo, de una vez por todas. Una semana después Makela daba una fiesta para celebrar su compromiso matrimonial con Luis, y por supuesto, Carlo fue invitado. A la hora del brindis y delante de a amigos y familiares, Carlo levanto su copa.

-- Brindo por Makela... bueno, tambien por Luis -- las risas disimuladas de la gente resonaron por el jardín -- Te sacaste la loteria con ella amigo... es buena, trabajadora, guapa, leal... te felicito. Quizá entre todas sus virtudes sólo tiene dos defectos, es inestable y un poco cobarde. Cuídala mucho, hermano. Porque siempre habrá alguien cerca de una mujer así, que sería capaz de secuestrarla para tenerla a su lado.

Makela sintió como la sangre se le iba a los tobillos. Los asistentes se fundieron en un aplauso para aquello que consideraron un brindis inocente. Ella queria hablar con Carlo y reclamarle su poceder. No pudo hacerlo porque disimuladamente el habia salido del lugar de la fiesta y no volvió a verlo. Tras la boda, los felices novios y la nueva famila se fueron a vivir fuera del estado lo que habia terminado con cualquier contacto con el pasado. Hasta ese dia, en que nuevmente se verían frente a frente. El tiempo habia calmado las pasiones, segun Makela, ahora era una mujer de 34 años, hecha y derecha, y únicamente quería saber como habia sido el tiempo con el. Era relativamente felíz en su matrimonio. Luis no habia salido infiel, y si lo era, sabía disimularlo perfectamente, economicamente tenía una situación estable. Todo eso no esta dispuesta a perderlo.

El bar al aire libre del hotel estaba en uso. Al llegar la recibió la Yoyis, con un fuertísimo abrazo y la promesa de una sorpresa. Makela caminó entre las sillas y mesas dispuestas para la reunión, saludando uno a uno a sus excompañeros y enterándose en breve de lo acontecido en 15 años. Pasaban las horas y no encontraba a Carlo por ningún lado. Se acercó a la barra donde un hombre guapisimo la atendió sonriente:

-- ¿Algo de tomar?

Una voz extraña se adelantó a dar una respuesta

-- Un whisky en las rocas, de preferencia un Jack Daniels. Y por favor, déle aparte un vaso con agua simple bien helada para limpiar el paladar antes de comenzar a beber. No soporta el alcohol si no lo hace.

Era Carlo. Estaba a su lado y sonreía de una manera que a ella le era difícil resistir. Makela tomó su copa y en lugar de dirigirse a donde todos estaban, se escabulleron hacia el jardin del hotel.

No hubo preguntas acerca de su vida. Otra vez caminaban sin promesas. Aunque trataron de evitarlo, los besos y las caricias comenzaron a surgir entre ellos, como una pasion desbordada irresistible. Se dirigieron al cuarto de Carlo. Adentro cayeron al mismo tiempo el vestido beige y la camisa azul. Los labios de el comenzaron a recorrerla centímetro a centímetro con presicion milimétrica. Las manos de ella recorrian la espalda calida de el y los labios de ambos se buscaban ansiosos. Habian pasado 5 años desde la última vez. Cuando el sudor recorría sus cuerpos y todo hubo terminado Makela intentó hablar

-- Carlo, yo...
-- No digas nada... paso y ya... no hay necesidad de lastimarnos.

Presurosos se vistieron y salieron cada cual por su parte. En el pasillo, Makela se topó nuevamente con la Yoyis.

-- Pareces un fantasma -- le dijo su amiga -- siempre desapareciendo. Vamos al bar, tengo que decirte algo... y tambien hacerte una pregunta muy importante... ¿te acuerdas de Carlo?

Makela asintió con la cabeza

-- Quiero saber si alguna vez te acostaste con el...

Ella le dijo que no en todas las fomas conocidas. Si supieran que aún tenia en su cuerpo el estremecimiento de las horas que habian pasado juntos.

-- Amiga -- le contesto Yoyis -- gracias por quitarme ese peso de encima. El y yo nos acabamos de casar, y no podía soportar los celos. Eres tan buena, perdóname por haber dudado de ti...

(c) MMIX

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